En el plegadero se comenta, últimamente muchas veces, que hace muy buen tiempo.
Después de un otoño lluvioso y un invierno frío, húmedo y con abundantes nevadas, parece que el tiempo se va estabilizando.
Hoy, domingo, he salido a dar un paseo largo, de esos de toda la tarde.
He tomado el camino del cementerio y, al pasar por su puerta, me ha apetecido entrar.
El cementerio de Erla es bonito. Hay mucha historia en él, como en todos los cementerios. Hay tumbas que s

on verdaderas obras de arte en piedra.
Es bonito, como digo, pero está muy abandonado.El Ayuntamiento ha puesto una tasa para los propietarios de los nichos para mantenimiento del cementerio, aduciendo que, tiempos atrás, siempre se había cobrado. Y me parece muy bien que se cobre una tasa por un servicio, pero nunca había visto nuestro cementerio tan deteriorado.
He seguido mi paseo y he observado que el campo está espléndido en estos días. Los almendros rebosan de flores y todo se va cubriendo de un verde intenso y relajante. Incluso el pueblo parece más bonito visto desde fuera.

He bajado a ver el río, hacia el paso cabañal, donde , de niños, solíamos ir a bañarnos en verano.
El arba está espectacular.Las lluvias de este invierno han hecho que el caudal sea considerable. La abundante vegetación y la incipiente hierba hacen de ese lugar un remanso de belleza y paz que no tiene nada que envidiar a cualquier ruta de senderismo.
El río discurre en todo su esplendor esta primavera.

Siguiedo el cauce, he ido redescubriendo paraísos casi olvidados de la infancia.
Mi paseo ha sido largo y he llegado hasta la entrada del paseo de Paules, en cuyo puente me he detenido ya que es un lugar que me gusta. Bajo el puente, el río se vuelve salvaje, con una belleza que invita a contemplarlo.

He estado un buen rato disfrutando del agua y he seguido hasta el castillo.

El castillo, aunque es propiedad privada, siempre lo he considerado algo propio de Erla.
De vuelta a casa, casi se me ha hecho de noche. Venía pensando en lo que he leído en algunas ediciones de este año de la revista Ayer y Hoy, donde salen rutas de senderismo por las Cinco villas. Erla no salía en niguna ruta y no podía entender porqué.
Al llegar al pueblo y ver, de nuevo, el abandono general en que se encuentra, lo he comprendido. Es la dejadez, la desidia.
No es cuestión de dinero, como otras cosas, sino de la despreocupación de nuestro alcalde y concejales, porque mi paseo de hoy bien vale una ruta de senderismo.