Nace en Biel. en las faldas de la Sierra de Santo Domingo, pasa por El Frago, Luna y Erla, antes de reunirse con su hermano , el Arba de Luesia, en Ejea de los Caballeros, para seguir el camino juntos hasta el Ebro, en Tauste.
Los niños algo más mayores, iban al Paso Cabañal, con aguas un poco más profundas, a escasos doscientos metros más arriba.
Hoy vivimos de espaldas al río, no nos acordamos de él más que,a su paso por la piscina, en verano, que refresca el ambiente y deja admirados a los visitantes por su bella estampa.
A mi amigo, el poeta, le gusta recrearse por algunos de los pocos lugares donde , a orillas del río, se puede hoy pasear.
Por eso canta a alguno de esos parajes que le inspiran. Aquí os dejo una muestra.
abierto entre los chopos
a la orilla del río
evoca mis recuerdos.
Tirita el alma
con el violín del viento
y el ruido de los árboles
estremece mi ánimo
en un escalofrío
que tranquiliza y sana.
Los sueños me acompañan
y, de banda sonora,
el murmullo del agua.
La paz que se respira
y la tarde pausada
serenan mi mirada.
El río está feliz
de interpretar baladas
y mi alma las recibe
como a vendas las llagas.
Si este lugar nació
antes que mi nostalgia,
¿dónde estaría yo
para no eliminarla?
El río que se va
y vuelve y es el mismo,
eterno caminante,
que pasa, pero queda
y baila y canta y ríe
aunque no llegue el alba.
Con las aves que cantan
y los grillos que ríen
rejuvenece mi alma
en el refugio triste,
privilegio del Arba.
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