sábado, 18 de julio de 2009

HISTORIAS DE ANTES

La televisión vale menos cada día. Con la TDT y las innumerables cadenas que podemos sintonizar, se pasa uno las horas buscando con el mando y no encuentra nada que valga la pena.
Recuerdo cuando la televisión era sólo la primera. Había poca publicidad y, la poca que había, era más divertida y menos agresiva. No estábamos tan enganchados porque había menos horas de emisión.
En los ratos que  dedicábamos a charlar delante del fuego, mi abuelo contaba historias de antes. Eran  muy amenas y divertidas, más que la televisión.

Os voy a contar una que solía repetir de vez en cuando.
Mi abuelo contaba estas historias con nombre y apellidos, pero yo me voy a limitar a contar los hechos.
Eran dos vecinos del pueblo, en época de siega, que se iban al campo para varios días. Uno era muy comilón y, el otro, muy borracho. Después de varias horas andando, llegaron, casi a mediodía,  a la caseta que había en el monte y se disponían a hacer la comida cuando el borracho se dió cuenta de que se habían dejado el vino. Dispusieron que, el que era comilón,  haría la comida. Mientras, el borracho volvería al pueblo a buscar el vino.

Así lo hicieron y, mientras uno preparaba el rancho, el otro iba a buscar  el barral de vino de un cántaro de capacidad.
El comilón terminó de preparar el rancho y el borracho no venía. No se pudo resistir a comerse algún bocado y alguna patata para hacer más llevadera la espera. El borracho, de vez en cuando, se  paraba y echaba un trago de vino para aliviarse del sofocante calor.

Finalmete, al cabo de varias horas, llegó el borracho al monte y el comilón, todo preocupado, le dijo:
-Como tardabas, he empezado a comer y, sin darme cuenta, me he comido todo el rancho.
El borracho, sin inmutarse le contestó:
- No te preocupes. Yo me he bebido todo el vino.
Se echaron la siesta, los dos felices, antes de ponerse a segar.