jueves, 20 de diciembre de 2012

EL CANFRANERO

En septiembre de 1969 tuve mi primer contacto con este tren mítico de Aragón que, en aquellos tiempos, lo considerábamos sólo un medio de transporte en una época en la que no teníamos coche.
Desde 1969 hasta 1976 era habitual que yo utilizase el autobús (el coche de Ayerbe) para desplazarme desde Erla hasta Ayerbe, donde cogía el tren que me llevaba hasta Jaca.

Ya hace años que tenía ganas de repetir este viaje que, aunque lo he hecho en muchas ocasiones, en coche, me quedaba el gusanillo de rememorar aquellas experiencias.

Cuando me enteré de que venía el fin del mundo, tomé la decisión de no demorarlo más y el 19 de diciembre de 2012 me desplacé desde Erla hasta Ayerbe en coche (el autobús hace años que desapareció) con la intención de subirme al Canfranero.

La carretera hasta Ayerbe es mala, pero el paisaje es bonito.  Pasas por Valpalmas, Casas de Esper, Ardisa,Biscarrués, Piedramorrera, Losanglis y Ayerbe. En poco más de media hora, estás en la estación donde antaño había cantina y podías degustar las famosas tortas de Ayerbe. Hoy la cantina está en estado ruinoso, pero la estación sigue en pie. Sólo estábamos el Jefe de Estación y yo. Recibí, por su parte, un trato exquisito y, entre los comentarios que me hizo mientras esperaba la llegada del tren, noté cierta nostalgia de los años en que esta línea estaba realmente viva. Me confesó, al final, su temor  a que este servicio desaparezca en poco tiempo.

Subí al tren a la hora prevista (puntualidad rigurosa) y ya me estaba esperando el revisor, que me dio la bienvenida y me deseó un buen viaje. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me di cuenta de que yo era el único viajero.

El trayecto fue espectacular. Salimos de Ayerbe y, en unos minutos, estábamos en las entrañas de los Mallos de Riglos. Siempre por la margen derecha del río Gállego, después de cada túnel hay alguna sorpresa. Casi navegas por el embalse de La Peña y, a partir de ahí, asciendes el curso del río hasta Sabiñánigo, pasando por Riglos, Concilio, Anzánigo, Santa María y la Peña, Caldearenas y otros pequeños pueblos.

De Sabiñánigo a Jaca, el paisaje se relaja, aunque puedes ver, a lo lejos, los bonitos pueblos del Serrablo.

Cuando llegas a Jaca, lo primero que te encuentras es la silueta de Rapitán, a cuyo fuerte subía, a menudo, andando siendo niño. El barrio de los gitanos se ha convertido en zona de apartamentos de lujo.

El trayecto de la estación al centro ha cambiado mucho. Lo que antes eran sólo campos y alguna casa aislada, es hoy un sinfín de bloques y avenidas.

Me alojé en el Hotel Mur, quizás el más antiguo de Jaca. El trato y el servicio son excelentes. Me llamó la atención su decoración a base de cuadros originales que representan a grandes personajes que se han alojado. Están Alfonso XIII y Juan Carlos I, pero tambien Ortega y Gasset, Ramón y Cajal, Unamuno, Antonio Machado, etc.

Desde la habitación se divisa la Ciudadela, el antiguo edificio de Radio Jaca, el Seminario y el pico de Collarada.


Pasé el día recorriendo las calles de Jaca, la Catedral, los glacis de la Ciudadela, la calle Mayor, e paseo de la Cantera hasta el árbol de la Salud (que ya murió), el paseo de Oroel....

En fín, fue un día inolvidable que espero volver a disfrutar. Recomiendo esta ruta y espero que el Jefe de Estación de Ayerbe se equivoque al vaticinar la desaparición del Canfranero.