lunes, 31 de octubre de 2011

EL CEMENTERIO

Por las fechas de las sepulturas más antiguas, parece ser que el cementerio de Erla data de principios del siglo XX. Hubo otro junto a la Iglesia de Santa María la Mayor, fuera del recinto fortificado, que fue desalojado debido a la expansión del pueblo.

Al entrar, llama la atención la gran cantidad de tumbas en tierra que se encuentran dispersas por todo el Camposanto, con cruces de forja y porcelana, y que pertenecen, en su mayor parte, a niños de corta edad. También hay sepulturas  talladas en piedra, de gran belleza.

Todo el contorno lo forman los primeros nichos que se construyeron, alternando con panteones familiares.

Ya en medio del recinto, se han ido levantando, en los últimos años, varias fases de nichos nuevos, que son los que hoy se utilizan para los enterramientos.

No faltan, salpicados a discrección, los "enhiestos surtidores de sombra y sueños", como los calificó el poeta en el fervor de Silos.

Al fondo, recientemente restauradas, se encuentran la Capilla y la sala de autopsias.

Entrando, a la izquierda, se ha construído un columbario, que viene a atender las necesidades de los que hoy, cada vez más, optan por la incineración de los restos.

También hay un monolito que recuerda a los que, en este lugar, fueron asesinados por el régimen franquista durante la Guerra Civil y permanecieron ocultos y olvidados en una fosa común durante setenta años.

En estos días de Todos los Santos y del  Día de los Difuntos, se pierde un poco el ambiente triste y silencioso que se respira el resto del año. Las sepulturas se visten de flores que quieren ser homenaje y recuerdo para los que se han ido.

Respetemos y cuidemos nuestro cementerio y que, los que ya lo habitan, descansen en paz.

                                    José Arcadio.








domingo, 23 de octubre de 2011

LOS GITANOS

Hasta los años 70, de vez en cuando, solían pasar por Erla y otros pueblos familias de gitanos.
Eran familias nómadas que recorrían la geografía aragonesa y española, cargados de niños y sobreviviendo como podían dedicándose a lo que sabían hacer.
Había cesteros, estañadores, paragüeros, tratantes de caballerías. Normalmente, eran gente honrada, excluída por la sociedad que los reprimía, a menudo, a través de la Guardia Civil de entonces.

Recuerdo que, en los años 60 venían, muchas veces , el Chato y la Martina. Eran gente seria. arreglaban pucheros, calderos , paraguas y otros objetos. También hacían algún capazo, espuerta o roscadero y así lograban, a duras penas, mantenerse.

Alguna vez veíamos venir, por la carretera de Ejea, una caravana tirada por mulas. Eran los gitanos que venían con más frecuencia y se solían quedar largas temporadas. Se dedicaban a la cestería. Tenían cuatro o cinco hijos y se  alojaban en la cochera de Pepe El Tendero, frente al actual Casino, sin agua ni luz y al calor de una hoguera en el suelo.

Recuerdo los nombres de algunos de los niños (Julián, Moisés y Antonieta). Durante el tiempo que estaban en Erla iban a la escuela, donde llegaban a convivir  con nosotros con total normalidad, a pesar de sus ropas características y su falta de higiene.

Eran verdaderos artesanos del mimbre y de la caña que daban un buen servicio a los agricultores de entonces, necesitados de utensilios para la vendimia y otras tareas del campo.


Casi nunca se les reconocía realmente su valor como un eslabón en la sociedad rural de entonces, pero formaron parte de la historia y de la actividad económica de este pueblo y de otros muchos.
Me recuerdan a Melquíades, que acudía a Macondo , a menudo,  con sus raros artilugios e inventos que sacaban de quicio a Úrsula.
No podíais faltar en este blog.
                                                     José Arcadio.

domingo, 16 de octubre de 2011

LOS BARES DE ANTAÑO

He oído hablar del bar de la Maravillas, que no lo conocí, pero debío
 de estar por el Charco y bastante frecuentado en los años 50 y 60.

El primero del  que tengo recuerdos es de El Volante, un bar grande, en la calle Abadía, donde mi abuelo solía ir a echar la partida , a tomar el café y a fumarse un cuartelero con los amigos.

El Paraíso era un bar que estaba en lo que hoy es el Ayuntamiento y, los domingos, después de salir de Misa se abarrotaba de gente a tomar el vermouth. Por cierto, había una gran cantidad de tapas y banderillas de gran calidad. Este bar,con el mismo nombre, al cabo de unos años, se trasladó al otro lado del portal.

En la calle Agustín Ungría, ya cerca del Plegadero, estaba el Casino. Desde tiempos de la República, fue Danubio Azul, con sala de baile y grandes atracciones musicales.

Más tarde, en los años 70,  el Casino se fue un poco más arriba, a casa de La Sra. Piedad. El bar estaba arriba y el salón de baile en la planta baja.En verano, nos hacía helados caseros por una peseta.

En la carretera, se abrió el bar Las Palmeras, y en la Plaza del Auto, el Bar Plaza. Estos, pronto destacaron porque acapararon a toda la juventud y tenían música permantente con las sinfonolas.

Los domingos, la mayoría de los niños teníamos apenas dos o tres pesetas para gastar. El primer desembolso lo hacíamos en casa Conrado, tienda bien surtida de golosinas y otras exquisiteces de entonces, igual que casa Abel.

Con otra peseta, solíamos ir al Volante  a tomarnos un vaso de gaseosa para poder ver alguna serie de televisión de las que había entonces, como Daniel Boon, Trampas, etc. Alargábamos el vaso de gaseosa todo lo que podíamos para acabar de ver la serie sin que nos echaran. El resto de la tarde, ya lo pasabas  como furtivo donde se podía.

En las Palmeras, podías entrar, hasta que  José salía dando palmas para echar a los que no consumíamos nada. Ya, más adelante, siendo casi adolescentes y con un poco más de poder adquisitivo, podíamos acceder a la sala de la sinfonola, donde pasábamos tardes inolvidables y donde descubrimos la música de entonces.

El bar Plaza era un bar de trasnochar un poco más, sobretodo entre semana, donde había buen ambiente y buenas partidas.

El último bar que se hizo fue el Casino que actualmente conocemos,bien equipado y que, en sus años buenos, era sede de largas veladas .

Lógicamente, con la despoblación los bares se fueron cerrando; hoy, con la crisis,las prohibiciones de fumar y beber si conduces, los bares que quedan, subsisten a duras penas.

Fueron años buenos. Nos quedan dos y, un poco más lejos, La perla.
Anima mucho  y acapara casi toda la actividad, en verano, el bar de las Piscinas.

Seguro que todos hemos pasado buenos ratos en cada uno de ellos.

Sí conocéis alguno más, anterior a mi memoria, os agradecería que lo describieseis en los comentarios.
Salud.  
José Arcadio.