miércoles, 28 de septiembre de 2011

DE ESPALDAS AL RÍO

Abraza a Erla, formando un enorme meandro, el río Arba de Biel. Es un río estacional que, una buena parte del año, se abastece de su propio caudal, pero, en verano y parte del otoño, tiene que ser ayudado por el canal de Bárdenas para  mantener la vida.
Nace en Biel. en las faldas de la Sierra de Santo Domingo, pasa por El Frago, Luna y Erla, antes de reunirse con su hermano , el Arba de Luesia, en Ejea de los Caballeros, para seguir el camino juntos hasta el Ebro, en Tauste.
A lo largo de su trayectoria, se suceden estampas de singular belleza y parajes idílicos que a veces no valoramos.

Hace unos cuantos años, cuando no había piscinas en el pueblo, el río Arba era protagonista de nuestras mejores actividades. Era destino habitual de nuestros paseos escolares con los maestros, lugar de pesca donde podíamos encontrar barbos, cangrejos autóctonos, ranas, madrillas, etc, y destino de ocio para las tardes de verano, donde nos gustaba reunirnos para el baño.

No hemos olvidado la Fuente de la Teja, bello lugar, hoy ignorado, donde los más pequeños pasaban largas horas chapoteando. La fuente, a la que nunca conocí con teja, sino con una caña por la cual salía el agua fresca, servía de taberna gratuita cuando era difícil conseguir una cocacola.

Los niños algo  más mayores, iban al Paso Cabañal, con aguas un poco más profundas, a escasos doscientos metros más arriba.

Hoy vivimos de espaldas al río, no nos acordamos de él más que,a su paso por la piscina, en verano, que refresca el ambiente y deja admirados a los visitantes por su bella estampa.

A mi amigo, el poeta, le gusta recrearse por algunos de los pocos lugares donde , a orillas del río, se puede hoy pasear.






Por eso canta a alguno de esos parajes que le inspiran. Aquí os dejo una muestra.

Aquel rincón


abierto entre los chopos

a la orilla del río

evoca mis recuerdos.



Tirita el alma

con el violín del viento

y el ruido de los árboles

estremece mi ánimo

en un escalofrío

que tranquiliza y sana.



Los sueños me acompañan

y, de banda sonora,

el murmullo del agua.



La paz que se respira

y la tarde pausada

serenan mi mirada.



El río está feliz

de interpretar baladas

y mi alma las recibe

como a vendas las llagas.



Si este lugar nació

antes que mi nostalgia,

¿dónde estaría yo

para no eliminarla?



El río que se va

y vuelve y es el mismo,

eterno caminante,

que pasa, pero queda

y baila y canta y ríe

aunque no llegue el alba.



Con las aves que cantan

y los grillos que ríen

rejuvenece mi alma

en el refugio triste,

privilegio del Arba.

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